La Nana... a quien quise odiar 16

La Nana… a quien quise odiar…16
fue un día cálido  hermoso cuando conocí mi felicidad, caminaba por los pasillos de mi escuela, tanta actividad que había, tantas personas caminando, y entre todas ellas, una me noto en especial, el impulso de un choque en mis hombros me llevaran así atrás, tirando mis poco libros, un simple “fíjate” fue lo único que recibí del idiota que caminaba bruscamente.

-Es un idiota, déjame ayudarte.

Mire sus ojos por primera vez, esos que me indicaron que lo conocería siempre, desde la primera vez que lo había visto ya con mi amiga Charlot, supe que una parte de mi quería conocerlo. Así como dijo me ayuda a recoger mis cosas, y ya que las tome, fuimos a nuestra clase, la única que no compartíamos, sin embargo por amabilidad me acompaño hasta la entrada de mi salón, nos despedimos y el marcho, paso toda la clases y  en la siguiente le volví a ver, venía con Charlot, siempre había amado su sonrisa y su locura, de la buena claro, pero en ese momento no la quería cerca, hasta que termino aclarándome que el solo era su primo. Ese día conocí a Ernesto, mi novio, prometido y esposo

LA noche continuaba fría, en la residencia Flynn, la pequeña Marie dormía en una silla esperando a que Isabella despertase, pero como ya lo había hecho Phineas se tomó la libertad de llevarla a su habitación pidiéndole o más bien obligando a Isabella que durmiera esa noche en su habitación.  
Un momento después Phineas regreso ya tranquilo y feliz por su hija.

-Ahora ¿me contaras porque te desmallaste? ¿Tan feo es salir conmigo?

Ella solo sonrió dulcemente acercándose a Phineas con una mirada tranquila.

-Créame que soy afortunada de que piensen que estamos saliendo…pero hay algo que me preocupa, digo usted es mi jefe, yo su…

-Isabella ¿tanto te importan esas cosas?

-No a mí no, pero a usted o a Marie puede que sí, después de todo, ustedes son familia

-De hecho mi hija cree que nosotros tenemos que estar juntos.

-Si también me ha dicho a mí.

Ambos crearon un ambiente agradable, comenzaron a conversar primero de Marie  después de sus gustos, poco a poco fueron acercándose más y más, hasta que terminaron por hablar de una relación entre ellos.

-Si te casaras conmigo ¿Qué cambiaría?

-¿De qué hablas Phineas?

-Hablo de que tú y yo, con Marie, ya parecemos una familia, si te casaras conmigo ya no serias  más la nana sino mi esposa, la madre de Marie.

-Sí, es verdad que casi no habría diferencia si me casara con usted pero… hay alguien que aún no me lo propone- dijo Isabella con una mirada coqueta

-Bien, Isabella ¿quieres ser la madre de Marie y la madre de nuestros futuros hijos?

En un momento la linda sonrisa de Isabella desapareció y se convirtió en preocupación, se levantó de la cama donde estaba con Phineas y camino lentamente a la ventana. Tenía algo muy importante que decir. Lo miro preocupada, Phineas estaba más que nervioso por la reacción de la mujer y quería saber por qué su reacción así, hasta que ella hablo.

-Phineas… si yo… no pudiera darte eso… no pudiera darte hijos ¿seguirías conmigo?

-¿De qué hablas?

-De eso Phineas… yo hace años tuve un accidente que me dejo sin la posibilidad de tener hijos, solo me dan un 4% de probabilidad de poder concebir…lo siento.

Termino por decir la joven quien lo miraba con un poco de tristeza y temor, el por su parte se levantó de cama y camino asía ella y rodeándola con los brazos la abrazo muy tiernamente.

-Isabella, no te preocupes por eso, tuviste el valor de decirme algo que te atormentaba, y me hace feliz saber que me lo digas, no te preocupes por eso Isabella, podemos estar feliz nosotros 3, estoy seguro que así Marie no se preocupara de mucho, para mi eres perfecta así, además… aun tienes un 4% ¿no? Solo hay que poner de nuestra parte para que esto funcione.

Cuando escucho eso, ella entre lágrimas solo soltó una pequeña risa aliviada y tranquila.

-Gracias.

Dicho esto ambos sonrieron, y poco a poco se acercaron más hasta terminar con un lindo y tierno beso que cada vez se volvía más y más apasionado.

La oscura noche envolvió a ambos entre sonrisas, caricias y amor, entre aquellas miradas y aquellas sensaciones de felicidad, una noche en la ambos se demostraban cuanto amor podían tener por el otro, juntos sin nada que los separase por el momento.

Sin embargo, la corta paz  y felicidad de la mujer, tenía que ser destruida nuevamente.

-Héctor, te repito de nuevo que entrar a esa casa, es como entrar a la casa blanca, una vez que entras, nada garantiza que vivas, hermano solo es una mujer, hay muchas más y más hermosas, déjala ya.

-Tom, ¿de verdad quieres decirme hermano?, ¿Qué no recuerdas lo que hice a mi hermano? Esa mujer es perfecta, y  nadie puede tenerla más que yo, no se preocupen, una vez la tenga en mis manos, ustedes desaparecerán con todo lo que le di, solo déjeme a Isabella.

Continuara…